La respiración se me acelera, el corazón me late más rápido, me pongo nervioso, desconecto la computadora para evitar interrupciones, apago la tele, cierro los libros y tomo el teléfono que suena bajo un timbre personalizado. Es su número, en la pantalla figura el mismo nombre que hace más de 2 años no cambio. Respiro hondo antes de contestar y me deseo suerte a mi mismo.
Tiemblo de ansiedad, hace mucho no sé nada de ella, espero impaciente su respuesta, su voz, cuando de repente...
- ¿Hola? - digo
- Aló, estoy devolviendo una llamada que recibí en la tarde - responde una voz de puberto desubicado, la cual se me hace familiar.
- Sí, llamé en la tarde, pero esperaba que conteste otra persona - respondo desconcertado. Se me hielan los pies y las manos, siento un bajón anímico.
-Ah ok - responde la voz que llego a reconocer, un tal Rodrigo.
Se despide y cuelgo con bronca.
No sé si esto es un paso adelante o uno, muy grande, hacia atrás, lo único que espero es que este silencio tan largo termine de una vez.
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