sábado, 10 de diciembre de 2016

Cine

No recuerdo cuándo empecé a ir tanto al cine. Solo recuerdo que saqué mi tarjeta desde que supe que podía obtener beneficios por ello, allá en el lejano enero de 2008. 
Hace poco más de un año, me enteré que un escaso de materia gris decía que yo iba al cine solo porque a mis novias les gustaba (que, por cierto, imagino, sus malas costumbres lo hacían hablar en plural; lo que es yo, solo he tenido una a la vez).

Recuerdo que hubo un momento de mi vida en el que dije: Estoy trabajando y no llego a los 20 años, suelo mirar todo y pasar siempre por muchos lugares, pero no consumo nada ¿a qué hora voy a empezar a vivir? Y fue así como me hice adicto al cine y...a otras cosas también. Empecé a gastar mi dinero en cosas que antes veía pero, por la situación económica en la que crecí, no acostumbraba a acceder. Tampoco era que me sobrara el dinero, pero al fin y al cabo empecé a disfrutar, dentro de lo que cabía, de la vida y el arte.

Al inicio, en los cines, recuerdo que me sentaba en lugares alejados, dentro de la sala de proyección, para que nadie me molestara y poder sacarme las zapatillas y ver la película ventilando los pies. Luego, me di cuenta que la gente se iba a chapar y a hacer no sé qué a esos rincones por lo que decidí mudarme a otro lado de la sala en vez de esos rincones -rincones a los que volvía gustosamente cuando me hacía de novia- y me pasé a los asientos que están a la mitad de la sala; pero eso sí, me iba al asiento más alejado del resto, el que daba al pasillo. Muchas memorias me venían a la cabeza al principio (incluso ahora), recordaba el lujo que significaba ir al cine de pequeño y que quien me invitaba, seguro debía comer en cuchara de oro (nada más alejado de la realidad).

Con el paso del tiempo descubrí que había que saber ir al cine sino te quedabas en la miseria, ya que con la mencionada tarjeta, yendo los días que costaba más barato acumulaba puntos que luego me daban cupones para asistir gratis cualquier día de la semana. Sin duda, el cine se volvió un lugar donde refugiarme en una película y salir motivado a hacerle frente a la vida. Fuese el momento que fuese.

Actualmente sigo yendo al cine, han pasado años, y cada vez mi concepto de éste se ha acrecentando. Tanto así que ahora busco sentarme, casi siempre, al centro. Aunque no faltarán días en los que, por nostalgia quizá, elija una butaca al borde del pasillo. Ahora no tengo novia y no siento la necesidad de quitarme las zapatillas.

Esa es mi historia con el cine, un lugar y un arte que cada vez siento que debo adentrar más en mi vida.


Nota: Recordar que este blog es un espacio de entretenimiento, no es un diario personal. Si en algún momento pienso que algo de mi vida cotidiana puede ser de interés, seguramente lo diré y le pondré su aderezo respectivo. Esta nota es para todos aquellos mentecatos que creen que este blog es una narración de mi vida privada.


martes, 6 de diciembre de 2016

Clic

Hace tiempo no le daba clic a 'Entrada nueva' y, escuchando a los héroes del silencio veo mi cuarto desordenado y cama destendida. Estoy desacostumbrado a escribir, se siente raro. 
Durante este último tiempo he descubierto que tengo un lado sociable que sentía ajeno a mi y por el que inflaba pecho. Me asusta y quiero volver a la forma ermitaña de vida que siempre me ha tenido tranquilo. Eso sí, sigo disfrutando de la soledad, espero que eso no cambie y recupere lo primero, no porque sienta dependencia sino porque estoy desacostumbrado a ello y cansa. Es raro levantarme con el whatsapp lleno de mensajes y leerlos con la vejiga explotando.
Algo que también es raro pero increíble  es cómo del más mínimo detalle se puede empezar a escribir, pareciera fácil pero si así lo fuera escribiría todos los días.

Pasando a otro cosa, estoy feliz de haberme ilusionado con una palestina linda hace poco más de un mes, que, a fin de cuentas, terminó como de costumbre, cada uno por su lado; solo comentaré que hacía mucho frío en el malecón Cisneros como para seguir chapando ahí. Parece que tengo un problema con las chicas que están en plena tesis; de alguna forma me las arreglo para cuelarme en su época de carrera universitaria con menos tiempo disponible. Sus amigos me odian, eso me genera cierto placer, de aquel ser anti-social que tengo dentro.

Por otro lado he pensado que debería hacerme judío o catalán, no por creencias religiosas o ideologías políticas, sino por las etiquetas que llevan de ser ahorrativos. No entiendo los chistes contra ellos, al contrario, el mundo debería aprender a no derrochar y valorar cada centavo.

Se acerca Navidad y tengo pendiente una carta, no precisamente a Papá Noel, y no precisamente física. La carta es a un ex compañero de vida con el que tuve muchas vivencias y pensé que creceríamos juntos, pero no, el destino no quiso que así fuese, y con esto no quiero decir que crea en el destino, soy muy escéptico. Me enteré que su abuelita falleció hace poco más de 2 meses, ella me adoraba, y yo la quería mucho a ella, también. Si mis cálculos no fallan, ella murió exactamente un año después de mi, también, tan querida abuelita. 
Desde que me enteré siento que los días pasan más rápido y el sentido de mi "carta" tiene menos lógica. Pero estoy convencido que la escribiré. Tanto él, como ella fueron parte muy importante de mi vida.

viernes, 29 de julio de 2016

La fanática verborreica y la familia feliz

Hay cada personaje...
Ayer fui a la feria internacional del libro de Lima a la firma de mi escritor favorito, Jaime Bayly.
La presentación fue a las 5 de la tarde y yo llegue a las 3. Fui el primero de la fila intentando separarle sitio a una amiga que nunca llegó.
Me causó curiosidad una señora de la fila que se acercó, muy extrovertida y, a mi parecer, con algunos jugadores menos en la cancha que se puso a hablar a diestra y siniestra con todo aquel que se le cruzaba, sobretodo con las personas que estaban delante y detrás de ella en la propia fila. Preguntaba cosas insólitas como: ¿Alguien consiguió la biblia? Se ha agotado, no hay ni una, yo quiero la Biblia de Jerusalén (bueno señora si quiere la Biblia de Jerusalén agarre un avión para allá y búsquese un diccionario para que nos cuente cómo es). Era una máquina de hablar, no la paraba nadie. Sus anécdotas que conocía a tal o cual escritor eran inverosímiles. Hablaba de sus experiencias con los escritores, cada una más sorprendente que la otra y llevó dos bolsas repletas de libros para que Bayly le firme cada uno "gustosamente".

Escuchaba de todo en la fila, como:

-"Yo le voy a recomendar que escriba sobre la puta que me tiré anoche, es una historia que sin duda no tiene pierde y seguro él sabrá cómo plasmarla, porque es buen material de libro ¿no? ¿no? y por ahí que me da algunas regalías, total, el de la idea fui yo" - Decía mientras buscaba la aprobación de los demás.
- "No, lo que no tiene pierde es que hable del gobierno anterior y por qué se fue del país, eso si que estaría interesante".

Escuchaba cada cosa en la fila que decidí entretenerme con una pareja delante mío que tenía un bebé. Una pareja un tanto peculiar, diría que bastante irresponsable, ya que ninguno quería hacerse cargo de su hijo, se lo lanzaban como si fuera una pelota y se reclamaban estar ahí con él. El magnate del padre, de unos 26 años, calculo, mientras la madre lo tenía en brazos empezó a darle en la cabeza con un globo que tenía en la mano como si fuera una piñata que tenía que romper, y la mamá ni se inmutaba con el acto. Hasta que pasó lo inesperado en vez de lo esperado (yo esperaba que se reviente el globo), se salió el seguro del globo de la parte superior y en el afán de darle los golpes más fuertes nunca antes vistos de un padre a su bebé con un globo, dicho magnate tomó vuelo para darle una vez más, y continuar con su faena, ya sin globo, con toda la fuerza y sin haberse percatado de la ausencia del mismo fue que noté que el palo se dirigía directo a mi ojo derecho y casi me lo clava directo en la retina, felizmente tuve una reacción rápida y estaba observando la situación sino sería el 'Capitán Garfio' escribiendo en estos momentos y, con suerte salvaba el ojo; me llené de mucha bronca y miré al pseudopapá, el cual tenía una cara de desánimo por la vida de: ¿qué estoy pagando? ¿por qué soy padre? ¿por qué no usé condón?
No le dije nada, su cara lo decía todo, odiaba su vida y no quise amargársela más. Volvió a colocar el globo en su sitio y siguió con su diversión de golpearle la cabeza lo más fuerte posible, con el globo, a su hijo hasta que su pareja en tono amargado le dijo, "agárralo tú, no lo soporto, no se calma nunca". Una pareja feliz.


viernes, 19 de febrero de 2016

Me zarpé

Me zarpé: Término nada utilizado en mi país pero que utilizo en honor a un idiota que cree que me creo rioplatense.

Luego de una linda (de puta madre) velada en el teatro me dejé llevar por la emoción (oxitocina confundida) del momento en un bar muy lejano al lugar donde inicialmente estuvimos.

En el bar, durante la presentación de una banda, quise plasmar todo el afecto (ganas de seguir compartiendo cosas, chapando, tirando y apoyándonos mutuamente) que siento por mi ex con más que un abrazo -ese que me tomé la licencia de darle con mi brazo derecho- (me puse a sudar como animal de los nervios y tuve que interrumpir el momento con una huída al baño gracias a los nervios que activaron mi vejiga).
Intenté, fallidamente, darle un beso pero lamentablemente ella sufrió una tortícolis espontánea que impidió ¡dos veces! a mi mano izquierda hacer girar delicadamente su cara -tomada por el mentón- para que quedáramos cara a cara y pasara lo que tuviera que pasar. Pero, de una forma muy educada (por la que no me atreveré más a intentar chapármela, salvo que ella me chape. Sí, qué maricón), aunque tensa, supo darme a entender que si bien me tiene cariño, no me considera más que un amigo. Ese amigo que le prometí que sería (e intento ser) pero que se deja llevar por pasiones del momento cuando estamos juntos.