miércoles, 14 de noviembre de 2018

¿Perdí el negocio de mi vida?

Hace unos días me quisieron introducir algo por el trasero. De golpe y sopetón.

De un momento a otro una persona, de la que sabía de su existencia, pues, en su momento habíamos llevado algún curso juntos me empezó a hablar cada vez que se presentaba una oportunidad. Me preguntaba cómo estaba, qué era de mi, qué estaba haciendo por la vida. Coincidentemente vamos a la misma cafetería.
Al inicio todo parecía muy normal, pensé que simplemente le caía bien, intercambiamos números de teléfono, y yo, para no caer apático, ante mi desánimo de desviar la conversación, cedí; incluso trataba de hacerle conversación, los silencios incómodos abundaban, pero, tanto él como yo, sabíamos cortar dicha tensión con alguna pregunta ocurrente o alguna bobada. Curiosamente esto se volvió recurrente. No pasó más de una semana para que, una noche, antes de dormir, mi celular se iluminara (casi nunca  lo tengo en modo sonido o vibrador), era él, contesté y me habló, como de costumbre, en la misma buena onda de siempre; hasta que llegó el momento cumbre.

- Oye, hermano, estoy emprendiendo un negocio y quería saber si te animarías a que nos reunamos estos días, tal vez terminamos siendo socios.

Yo, encantado de su interés y de mi interés por tener algún ingreso extra le dije que sí. Pactamos día, fecha y hora de la reunión, fuera de aquella ruidosa cafetería donde se dio el primer encuentro.

- Mientras no sea uno de esos negocios piramidales...
- Ehmmm...no es piramidal.

Fue ahí cuando me di cuenta que había pactado una reunión acerca de un negocio piramidal, que al haber antepuesto dicha frase me lo iban a disfrazar como una red de negocios.

Aún, con una mínima, aunque falsa, esperanza de que me planteara un negocio propio, acorde con nuestros estudios, en el que necesitaba gente capacitada, fue que nos reunimos. Pero, clara y rápidamente mis pocas esperanzas se diluyeron. No hay mucho que acotar respecto a dicha reunión, me presentó un negocio multired como el descubrimiento de la rueda, del petróleo, del guano y salitre o el oro (estoy seguro que me lo iba a presentar de manera piramidal de no ser por mi comentario en el teléfono).

Por supuesto, para no ser descordial, lo escuché, de vez en cuando le tiraba uno que otro comentario para que se diera cuenta que no estaba interesado. Lo veía tan emocionado con su propuesta que me pareció imprudente decirle que no estaba interesado dentro de los primeros 5 minutos. Al finalizar la reunión le planteé varias de preguntas (por las cuales pienso que este tipo de negocios no funcionan, o, si lo hacen, suelen ser muy volátiles al corto plazo, y terminas perdiendo lo invertido). Las respuestas a cada una de dichas preguntas fueron de que él no manejaba esa información y que uno de sus socios, que tenía más tiempo que él en el negocio me iba a saber responder y que podía pactar una reunión con él en un par de días. Eso sí, con una picardía bastante sutil, me enganchó a dicha reunión dándome un libro y diciéndome que lea el primer capítulo para que me termine de convencer, de hecho me dijo que ese libro fue el que le hizo cambiar de mentalidad y, por ende, emprender en el negocio. No me quedó de otra, ya que hacía todo a una velocidad sorprendente: agendarme reunión con su socio para un día, darme el libro para asegurar un próximo encuentro, decirme que me veía potencial, etc. Decidí acceder a esa última reunión. Obviamente no iba a dejar que pase más tiempo, no quería seguir haciéndoselo perder, ni a él, a alguno de sus socios ni a mi mismo, en algo que no me interesaba.
¿El libro? Bueno, era un libro de adoctrinamiento de pensamiento, básicamente decía que si no te adaptabas a ese estilo de negocio eras un títere de alguien, perdedor o muñeco de la sociedad.

El día domingo, nos reunimos por última vez y antes de poder decirle algo me comentó que su amigo había tenido una reunión importante con la marca y no iba a poder estar, pero que podíamos hacer una videollamada con alguno de sus otros socios. Le dije que estaba bien pero que yo le tenía que decir unas cosas bastante claras respecto a lo que me estaba proponiendo. No pareció importarle y llamó a una supuesta persona equis que ¡oh sorpresa! Contestó rápido, con todo el kit de productos al lado, auriculares y con muchas revistas en donde aparecía, en fotos, con el sueño de la compañía (qué oportuno). Me pareció tan falso que mientras me mostraba fotos y equis cosas le pregunté si sabía que iba a recibir esa llamada y, obviamente, me respondió que no y que estaba con todos eso a la mano porque estaba en provincia por un negocio que le había salido. Me contó maravillas de congresos a los que había ido, fotos (que no podían ser más publicitarias, entre otras cosas que ya esperaba, pero no esperaba verlas puestas en acción con tanta agresividad). Al final de la llamada le dejé en claro a mi ex compañero de universidad que no estaba interesado. Tenía que ponerle fin a toda esa tortura que no iba a llegar a ningún puerto. Por supuesto, desde aquel día no me ha vuelto a saludar, cuando nos hemos cruzado en la cafetería de siempre. Parece que a estas personas las adoctrinan tan bien que hasta una negativa hace que vean a las personas inferiores a ellos y, por ende, ya no merezca la pena entablar conversación alguna.

Es así como perdí ¿el negocio de mi vida?

#HistoriaReal