Cada vez que me voy a cortar el pelo voy a una peluquería distinta, a la espera que alguna se digne a no dejarme traumas psicológicos al salir.
Hoy fui a una peluquería donde me atendió un señor gay, que no dejaba de hablar de mi pelo: "Con esos rulos te deben pedir autógrafos" ¿"Vives solo? Porque estoy alquilando un departamento aquí arribita mío"
De la nada salió un negro enorme:
- Ay Peter, ¿cómo has amanecido?
- Mi pareja - me dice - "El Lamborghini", "Mi Peugeot" - Preferí no preguntar.
- ¿A quién llamas? - le pregunta
- A "La Toñi"
- Ay esa es terrible.
Perdí la hilo de la conversación mirando mi cel.
Tengo que confesar que escuchar conversaciones entre gays me parece divertidísimo, aunque intento mantener la seriedad.
Veía las paredes y habían fotos del peluquero que me estaba atendiendo vestido con bambalinas, maquillado, en marchas del orgullo gay...
- ¿Quién te cortó la última vez? - Me pregunta, refiriéndose a mi pelo.
- No sé, siempre voy a lugares distintos - respondo.
- ¿Era gay o marica reprimido?
- No sé, no lo noté, pero creo que no era gay.
- Ay se nota - me dice con cara y tono de superioridad.
- ¿Por qué?
- Porque aquí no se ve amor, parece que te ha cortado el manos de tijera - No pude contener la risa.
Me ofrece una revista de modas que no me llama y le pregunto si tiene "Condorito".
-Ay que buen sentido del humor tienes - de verdad quería un "Condorito"-
Sigue cortándome el pelo muy a su estilo: tarareando, conversando con Peter, rajando de todo el mundo.
Cuando termina, el resultado fue, como siempre, desagradable, aunque es de lo mejor que me han hecho desde que volví a cortarme el pelo en peluquerías. Antes lo hacía mi ex novia.
- Eres de los pocos clientes que no le pide foto a mi Peter.
- ¿Ah?
- Si pues, ya lo inflan mucho ¿no te parece?
- Supongo...
- ¿No sabes quién es?
- No
- Uy, que no te escuche, ¡pecado!
Termina diciéndome que el apellido de su pareja es "Ferrari", y es muy conocido. Ahora entiendo los apodos.
Me voy y me da una tarjeta que guardo en el momento, pero boto al tacho por inercia segundos después.
- ¡Me muero muerta! - dice el peluquero cuando ve lo que hago.
Por un momento pensé que agarraría las tijeras y tendría que salir corriendo. Le pido disculpas y le digo que fue un reflejo porque no acostumbro a guardar cosas extras en la billetera. Acepta mis disculpas y se despide amablemente.
Cosas raras que pasan...