- ¿Nervioso? - dijo la subdirectora.
- No - Dije yo.
- Estás temblando - dijo ella.
- Por el frío - dije yo.
- Estás sudando - dijo ella.
- Por el calor - dije yo.
Mientras tanto en mi mente: No me hablen, no me miren, no me jodan.
Y venía Gerardo durante mi trance nervioso:
- ¿Qué haces?
- Nada
-¿Estás sosteniendo la pared?
- ...sí
- ¿Y si se cae para el otro lado?
Me eché a reír.
Es el único recuerdo que tengo, que alguna vez me haya quitado, por lo menos unos segundos los nervios de encima y hacer olvidar la ansiedad que tenía por delante, esa de ganar. Así era todo. No sé por qué lo hacía, pero cada concurso que había lo tenía que ganar y si no lo hacía, como ocurrió una vez, me sentía hasta el copete. Tal vez era porque me educaron y presumieron como el niño "excelencia" del cual todos estaban orgullosos.
Ha de ser por eso que una vez que mi cabeza tuvo perspectiva de la realidad, casi terminando mi etapa escolar, es que empecé a tener ideas más bizarras. Algunos se quedaron con esa imagen, de pánfilo que no podía salirse de la línea por miedo a no estar haciendo lo correcto.
Tal vez eso derivó en años de insomnio y en acabar teniendo mis propias ideas y conceptos de todo. Al día de hoy tengo mis propias ideas en ciertos sentidos.
No sé cómo catalogar mis creencias. Creo en una fuerza superior como Dios, más no en un
juicio final donde se pondrán en una balanza tus pecados vs tus acciones acorde a los diez
mandamientos.
mandamientos.
No creo en un Dios que observa cada una de nuestras acciones y en base a ellas nos premie o castigue. No creo en la santificación. No creo que que Jesús sea hijo de Dios, pero sí en él
como un librepensador que por eso fue crucificado. No creo en el concepto de "virgen".
Es cierto que no tengo las cosas del todo claras, pero ¿quién las tiene?