lunes, 30 de enero de 2012

Cuando nadie me ve (2)

Daniel se queda quieto de la impresión, mira alrededor, pero la habitación está vacía, al parecer el vecino tenía instalado algunos sistemas de seguridad sensibles al movimiento en aquella habitación. El ruido presiste, viene de abajo de la cama, donde encuentra un maletín, el cual está conectado a múltiples sensores. Es difícil intentar manejarlo en el momento, por lo que decide llevárselo.
Tras su complicada vuelta a casa de Talía, caminando entre obstáculos, trepa el muro y regresa.

- ¿Qué haces? - pregunta Talía.
- Nada, mira lo que encontré.
- ¿Qué es?
- Un maletín de seguridad que fui a buscar para ver si había grabado algo de lo que pasó anoche.
- Que bueno, ¿dónde lo conseguiste?
- Acá al lado, como ya no vive nadie fui a dar un vistazo.
- ¡Estás loco, no vuelvas a hacer eso, alguien te pudo haber visto y llamado a la policía!
- Esos incapaces
- Pero igual Daniel, te ha podido pasar algo.
- Más aún, te puede pasar a ti si no averiguamos qué pasó, ¿tu crees que la casa se puso a lanzar cosas sola por la noche? Si no desapareció nada quiere decir que quien o quienes estuvieron aquí querían algo que no encontraron y es probable que regresen por ello.

Talía se echa a llorar muy asustada y Daniel la abraza dándole consuelo, conversan un rato, cierran todo con llave y se van a la cama.
A la mañana siguiente, Daniel, se despierta temprano para empezar a indagar los archivos del maletín. Logra obtener un par de accesos, pero no al de todos, son codificaciones muy complicadas. La descarga arroja resultados nada alentadores, una notificación que indica: "tiempo estimado de descarga: 161 horas". No hay más que hacer sino esperar.

Los siguientes días fueron tranquilos, pero la tensión de saber qué había en las grabaciones no los dejaba dormir. Las noches dejaron de ser reparadoras a ser un martirio, por lo que pasados tres días Daniel le propone a Talía irse a vivir juntos a su casa para tener más tranquilidad, algo que acepta casi sin dudar.
Empacan maletas y realizan la mini mudanza.
Una vez instalados, para relajar el ambiente se van a cenar a un restaurant cercano.

- Qué locura - inicia la conversación Talía.
- Si, pero la verdad yo siento todo más calmado, les he dicho a los vigilantes que tengan especial cuidado con tu casa.
- Ojalá, aunque yo creo que quien entró era un ladrón que se las ingenió para que nadie lo vea y solo buscaba algo costoso que no encontró.
- Es posible, pero para estar más seguros y tranquilos, tal vez, deberíamos empezar a vivir juntos - bromea Daniel.
- Jaja llevamos muy poco tiempo saliendo.
- Seis meses es un montón, es más, deberíamos empezar a planear en qué colegio estudiarán nuestros hijos - ironiza.
- Suficiente Daniel por favor...primero tenemos que pensar cuántos tendremos.
- Jaja, no lo vi venir, en fin, un brindis por nosotros. ¡Salud!
- ¡Salud! - Chocan sus copas de champagne.

Llegando a casa, tras una muy buena cena se van a acostar. Colmadas las fuerzas se dejan llevar por el sueño.
Talía despierta con frío a medianoche a cerrar las ventanas. Algo somnolienta voltea de vuelta a la cama y se da cuenta que Daniel no está - ¡¿Daniel?! - levanta la voz ¡¿Daniel?!

Continúa...

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