viernes, 29 de julio de 2016

La fanática verborreica y la familia feliz

Hay cada personaje...
Ayer fui a la feria internacional del libro de Lima a la firma de mi escritor favorito, Jaime Bayly.
La presentación fue a las 5 de la tarde y yo llegue a las 3. Fui el primero de la fila intentando separarle sitio a una amiga que nunca llegó.
Me causó curiosidad una señora de la fila que se acercó, muy extrovertida y, a mi parecer, con algunos jugadores menos en la cancha que se puso a hablar a diestra y siniestra con todo aquel que se le cruzaba, sobretodo con las personas que estaban delante y detrás de ella en la propia fila. Preguntaba cosas insólitas como: ¿Alguien consiguió la biblia? Se ha agotado, no hay ni una, yo quiero la Biblia de Jerusalén (bueno señora si quiere la Biblia de Jerusalén agarre un avión para allá y búsquese un diccionario para que nos cuente cómo es). Era una máquina de hablar, no la paraba nadie. Sus anécdotas que conocía a tal o cual escritor eran inverosímiles. Hablaba de sus experiencias con los escritores, cada una más sorprendente que la otra y llevó dos bolsas repletas de libros para que Bayly le firme cada uno "gustosamente".

Escuchaba de todo en la fila, como:

-"Yo le voy a recomendar que escriba sobre la puta que me tiré anoche, es una historia que sin duda no tiene pierde y seguro él sabrá cómo plasmarla, porque es buen material de libro ¿no? ¿no? y por ahí que me da algunas regalías, total, el de la idea fui yo" - Decía mientras buscaba la aprobación de los demás.
- "No, lo que no tiene pierde es que hable del gobierno anterior y por qué se fue del país, eso si que estaría interesante".

Escuchaba cada cosa en la fila que decidí entretenerme con una pareja delante mío que tenía un bebé. Una pareja un tanto peculiar, diría que bastante irresponsable, ya que ninguno quería hacerse cargo de su hijo, se lo lanzaban como si fuera una pelota y se reclamaban estar ahí con él. El magnate del padre, de unos 26 años, calculo, mientras la madre lo tenía en brazos empezó a darle en la cabeza con un globo que tenía en la mano como si fuera una piñata que tenía que romper, y la mamá ni se inmutaba con el acto. Hasta que pasó lo inesperado en vez de lo esperado (yo esperaba que se reviente el globo), se salió el seguro del globo de la parte superior y en el afán de darle los golpes más fuertes nunca antes vistos de un padre a su bebé con un globo, dicho magnate tomó vuelo para darle una vez más, y continuar con su faena, ya sin globo, con toda la fuerza y sin haberse percatado de la ausencia del mismo fue que noté que el palo se dirigía directo a mi ojo derecho y casi me lo clava directo en la retina, felizmente tuve una reacción rápida y estaba observando la situación sino sería el 'Capitán Garfio' escribiendo en estos momentos y, con suerte salvaba el ojo; me llené de mucha bronca y miré al pseudopapá, el cual tenía una cara de desánimo por la vida de: ¿qué estoy pagando? ¿por qué soy padre? ¿por qué no usé condón?
No le dije nada, su cara lo decía todo, odiaba su vida y no quise amargársela más. Volvió a colocar el globo en su sitio y siguió con su diversión de golpearle la cabeza lo más fuerte posible, con el globo, a su hijo hasta que su pareja en tono amargado le dijo, "agárralo tú, no lo soporto, no se calma nunca". Una pareja feliz.


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